JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 24/07/2020

La primera noche del vigente festival Jazz en la Costa fue el modelo de esta edición ajustada a los requerimientos de protección frente al Covid. Y es resaltable que en estas condiciones tan extrañas el público haya reaccionado con tanto interés agotando las entradas a los pocos días de ponerse a la venta, casi a modo de suscripción solidario o fila cero. Lleno relativo por las limitaciones de aforo (a 450 personas, ligeramente ampliado cada noche en unas decenas, pero menos de la mitad de lo habitual) pero lleno a fin de cuentas, y más en un momento en el que los intentos por reactivar la música en directo se están contando por "pinchazos". El único pero posible es la ausencia del servicio de bar este año, porque tres horas de conciertos sin posibilidad de hidratarse algo se hacen largos.

El grupo Costa Jazz Quartet ha sido la formación "residente" del Festival en años anteriores, siendo los protagonistas de los trasnoches, base para numerosos invitados (Charito Sánchez, Ginés Peregrín, Fernando Wilhelmi, Pepa Niebla, John Pratt, Carlos Martín, Jaime Párrizas...) e incluso músicos del cartel principal como Braxton Cook (saxo) y Kristopher Funn. Nadie mejor que ellos para el concierto inaugural.

El cuarteto grabó el año pasado su primer disco que fue la base muy rodada de su actuación, con un sonido elegante y sobrio, ajustado a lo esperado del concepto "jazz", y con un tenorista por delante de fraseo noble y redondo, sin olvidar la seguridad de Jacinto Rodríguez a su derecha. Además de estándares obligatorios ('My favorite things', por ejemplo), o el menos mainstream 'Night has a thousand eyes'. El estreno de 'Jet'aime' abre un camino propio para la agrupación costera.

Separados por casi veinte años de edad, CHICUELO Y MARCO MEZQUIDA dejan volar sus manos (con los acentos y subrayados imprescindibles de Paco De Mode, claro). El dúo pudiera recordar al de Camilo con "Tomatito", pero se mueven en otros parámetros, en los suyos propios. El flamenco y el jazz han devenido en un estereotipado cliché fácil de escuchar (y más fuera), pero ellos se salen de lo establecido e incluso de lo esperado. Los dos discos conjuntos lo sugieren y ya la evidencia es total en directo.

El "goyarizado" Juan Gómez "Chicuelo" es uno de los guitarristas flamencos más relevantes del panorama actual y ha arrimado sus cuerdas a las voces de Morente, Mayte Martín o Chano ya paladeando el jazz. Mezquida es ya uno de los pianistas más relevantes de todo el continente, además de moverse en cualquier tipo de música y salir por la puerta grande noche tras noche. Indiscutiblemente es el pianista español del siglo XXI.

En ellos todo parece discurrir de forma natural, con íntima conexión (así se llamó por eso su primer cedé) en un bello diálogo, que la belleza de lo escuchado es su cualidad esencial.

Dejan fuera la inercia personal y ambos se funden en una sola voz, arrebatadora y de un lirismo vibrante, libre de tópicos, doblándose el uno al otro y con vertiginosas (o sensibilísimas) partes al unísono. Piezas como el tanguillo 'Romesco', la seguidiya 'Trepidante', o la bulesardana 'Sin espinas', una bulería con una sardana dentro, fueron tres ejemplos de su curiosidad exploradora, que viró el clasicismo de la bellísima balada 'Canción para Tina', con una deslumbrante y larga introducción de Mezquida. Fue jazz y flamenco, sí, pero también una tercera dimensión que recupera la luminosidad y la alegría melódica del Corea más hispano. Pensaron llamarle a su primer encuentro registrado 'Gloria bendita', y no iban mal encaminados.