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BULL MUSIC FESTIVAL 2018

BULL MUSIC FESTIVAL 2018

Let the Sunshine In, otra vez

Se celebró en Granada una exitosa -a pesar de la constante amenaza de lluvia- segunda edición del Bull Music Festival. Juan Jesús García nos da detalles de lo acontecido en un festival por el que pasaron, entre muchos otros, Rosendo, Izal, Macaco, The New Raemon, O'funk'illo, Polock, Arco, Antilopez, Fausto Taranto, Los Vecinos del Callejón, El Jose...


Redactor  JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 27/05/2018


Tras la edición fundacional del año pasado justito donde Granada pierde su nombre para convertirse en Vega, el BULL MUSIC FESTIVAL este año se ha trasladado a la que podemos denominar "Ciudad de festivales", esa explanada en la carretera de Córdoba donde también se realiza el Granada Sound. Espacio retirado pero perfectamente comunicado por autobuses del festival y taxis "a precio especial"; transporte público eficaz y siempre más recomendable que el privado habida cuenta de las dificultades para aparcar en aquella zona. El año pasado al Bull se llegaba andando, éste ya no es posible salvo para runners entrenados y con ganas.


Al medio día en Canarias arrancó el día grande de este programa doble y aún con la humedad en el suelo de la mal dada tarde anterior, cuando el solazo del tostadero de la edición fundacional se convirtió en una lluvia insistente y malintencionada que enlodó el recinto retrasando su comienzo, hasta que El Jose entonó su 'Sin sal ni perejil' apretando por fin el botón de encendido del festival, y el Bull flotó.


Con un pronóstico de menos agua para el sábado, que para embarrase a gusto ya estuvo Woodstock con su himno "Deja pasar el sol" ('Let the Sunshine In'), los ilurquenses Vecinos del Callejón estrenaron el segundo programa, cuyo eclecticismo mixturado cada día recuerda más al de los Festivales del Zaidín, pensados para todos los públicos, esto es, para todas las edades pero también todos los gustos. El año pasado con cerca de quince mil personas se validó la fórmula, y en su segunda edición una cifra similar vuelve a ratificar que la idea de revolverlo todo es buena: en los festivales célebres de los años sesenta igual tocaban grupos de hard-rock, blues, latin, doo-wop que cantautores o folcloristas, y todo en paz y armonía, que es de lo que se trataban en estas romerías musicales. Y trata.


A la hora convenida los más madrugadores y el sol hicieron acto de presencia. Si el año pasado Son de Nadie levantó la primera polvareda en la "pista de baile" sin haber digerido aún el desayuno, sus compadres de Los Vecinos del Callejón repitieron la fórmula de usar un grupo de mestizaje como llave de apertura de la programación. Eso sí "con mucho Karma" como se llama el disco que estrenó la banda de los hermanos Funes con su mezcolanza de ritmos que van del ska al reggae, la metalisteria balcánica o los riffs de rock más acerado, siempre impregnados de palos latinos. Gracias a su agitado y bullicioso directo abrieron el programa con los primeros bailadores: "baila como si no hubiera un mañana" cantan, y ciertamente no había ya mañana, solo tarde y noche.


La ciudad de la música


El Bull Fest a pleno régimen es toda una villa, con su mercado de especialidades y servicios, camisetas de todos los artistas (¡si llegan a vender chubasqueros serigrafiados hacen el agosto!), y un sinfín de puestos de proteínas y bebidas (¡y 50 módulos para desbeber!) para atender las necesidades de un gentío cada rato más creciente. Y es que los blablacares este fin de semana descargaron en Granada mucha gente para el festival, así como ha sido difícil encontrar sitio para pernoctar, "y con los precios disparados", comentaba un afectado, que se tuvo que ir al cinturón granadino a pasar estas noches.


Como corresponde a las fechas en que estamos entre el gentío que iba llegando había más de una futura novia y/o inminente novio dejándose ver con sus cuadrillas de despedida de soltería; paradójico lugar para celebrar el abandono del celibato, en un festival cuyo logo ¡son un par de cuernos bien puestos! A la par que Fausto Taranto desplegaban su bandera, esa peineta/calavera tan inquietante, Izal hacían su prueba de sonido y despertaron el interés del público más pop. Los Tarantos fueron, como buen equipo altisonante, de los que más partido le sacaron al poderoso sonido de los escenarios: 115.000w cada uno, lo que hacía (comprobado) perfectamente audible la música desde Santa Fe. La parte técnica del Bull es ya de proporciones superlativas, con dos escenarios gigantes, idénticos y situados en paralelo, con realización de vídeo en tiempo real, y un tercero en formación para los "pinchas". De forma que paseando en paralelo a la vía del tren posterior ("tren" un decir) era como si uno se cambiara tres veces de auriculares según iba caminando. Los de Luque e Ihmaele con semejante potencia fueron una apisonadora de flamenco/metal y viceversa.


Al mal tiempo buenas risas


Mientras en el telediario daban el pronóstico del tiempo, y en el Bull se miraba al cielo esperando que no se confirmara, Antilopez, ese dúo onubense de "chiripop" cambió completamente el tono de la tarde echándole risas a los que se toman la música muy en serio. Se estrenaron en el Bull en formato "rockband" (¡con Tony Moreno, del grupo progresivo de Jorge Pardo, entre sus acompañantes). En sus delirantes alocuciones en estéreo, llenas de gags, chistes, ironía y verdades como puños la hilaridad brota como maná por rastrojos. Curiosamente cuando cantan, como sucede en algunas murgas carnavalescas, gaditanas y uruguayas, se nos ponen muy serios y rigurosos y hasta filosóficos: "tener es el principio del final del ser"; es la parte cantautora de su "chiripop" tragicómico, "absurdo y depresivo" que en formato supertalla no pierde la capacidad de comunicación.


Amenazaban nubes y lluvia como había asegurado la chica del tiempo, pero a media tarde pasaban por los lados dejando el festival bien soleado en el hueco, y con el sol de cara a Antonio Arco, con su banda nueva... (Pero esa es otra copla). Pegados a los de Huelva y en horario "on time", Arco hacía una buena pareja con Félix y Miguel Ángel. Ambos llevan el gen sureño y les gusta hablar al público de tú a tú. En el caso del de Huétor "hablando del querer y el cariño de una forma diferente", como dijo. Sus canciones son casi de autoayuda y eso se notaba en la cara de la gente. Material sensible que se queda justo donde empieza la sensiblería y que expone con el poderío de la Fender de Gonzalo Vereda, un tipo que es todo feeling, la habilidad octópoda de Zeke Olmo y Papai Garcia Mario Rodríguez bombeando graves. Un lujo de banda. Y sin solución de continuidad los gaditanos despedían el turno de tarde con su bulla tan bailona como reivindicativa, y sin "na" puesto: "hoy no traemos de na y no hemos visto ningún control en la carretera".


Festival indultado


Con los cirros, cúmulos y estratos que cantaba Krahe pasando por los laterales del horizonte, el cielo indultó el segundo día del festival, ya que tan sólo unas gotillas rociaron al público cuando Polock salieron a hacer su trabajo. "Cuota de género" indie (ya satisfecha luego completamente con The New Raemon e Izal, claro) exhibiendo un gusto extraordinario en sus maneras sonoras, donde no sobra ni falta nada, y que tiene en la voz golosa de su cantante Papu un valor añadido. Son más valorados fuera que en nuestro país, algo a remediar porque sus conciertos son exquisitas obras de arte.


Sin duda fueron O'funkillo los responsables de la paz meteorológica. Fueron salir los sevillanos y el dios de la lluvia salió huyendo despavorido ante semejante brutalidad. Tener a Pepe Bao soltando torpedos de bajo y a Andreas Lutz levantando los cuernos al aire (muy apropiado el día, aunque lo hacen siempre) es una experiencia que pude rozar el trauma. Auténticos bárbaros del Sur en formato de lujo con teclista y O'funkettes. El fin de concierto fue compartido con Ihmaele de Fausto Taranto y el voceador de Brutal Thin.


Cuando la luz empezaba a caer también arrancó la carpa dance para los amigos de los ritmos más hipnóticos. Triple oferta sonora que no se sabe cómo no alteraba la tranquilidad de los de Mikel Izal, recluidos en un imponente autobús de gira en la trastienda. Antes de que llegaran los titanes de la noche: Macaco, Izal y Rosendo, The New Raemon dejó otro ramalazo de buen gusto y saber hacer como el reciente en el Planta, donde dicen que fue el concierto que mejor ha sonado nunca, eso sí con el chunda chunda vecino de fondo: el mix que hizo de 'El Cau Del Pescador' con un bailable veraniego fue desternillante; "ritmo... ritmo de la nocheeee..."


Magia y efectos muy especiales


La noche llegó para iluminar el concierto de Dani Macaco, ausente de Granada hace mucho tiempo, sin que se haya oxidado en la distancia. Carbonell dirige un espectáculo muy medido y entrenado, en beneficio de un impacto fiable y contrastado: casi de obra teatral; guardarropía en rojo y efectos especiales de trabajos manuales. Una banda muy física le acompaña, también en la coreografías, interactuando con el extraordinario poderío gestual de su portavoz. En formato festival, es decir corto, Macaco son un torbellino que baja del escenario y revoluciona el patio sin butacas con mucho "love" e interludio flamenco. Sudor y paz. Macaco en inglés o español neutro es un género en sí mismo.


No había terminado en catalán "con familia y muchos amigos aquí", como precisó, cuando se encendió el sol de neón con el ojo central de 'Autoterapia' (¿un guiño acaso a algún montaje de Pink Floyd en los setenta?) que teloneaba el fondo del escenario de Izal, quien también tuvo buenas palabras para esta tierra: "Adoramos Granada, es brutal".


Izal es el grupo de la temporada. Y hacen honor a ser objeto de deseo. Y con el tiempo han armado un concierto incontestable gusten más (que gusta muchísimo) o menos sus canciones. Todas ellas con el indeleble sello de la casa: esos astutos contrastes de inercias que convierten cada pieza en un tobogán con vértigos casi de montaña rusa, en una suerte de mini óperas-pop con pulsación épica que canta o dejar cantar a la multitud, mayormente en agudo femenino plural. El grupo lleva muy rodado su concierto que oscila entre el sonido electro-acústico (ukelele incluido) y tremebundas cabalgadas eléctricas que levantan polvo hasta del barro. Y por delante su talludo cantante que tiene dotes de mago de masas. "Y vamos acabando" dijo al presentar 'La mujer de verde' como ejemplo de lo antes dicho. Terminaron desbocados con 'El baile' y 'El pozo'. "Y nos vamos porque no queremos perdernos al gran Rosendo, al que hay que estarle agradecido".


Rosendo afilaba las púas en el camerino dispuesto a cortarse un trozo de la coleta de la melena en Granada en un Bull inmenso, de 18.000 personas el sábado (con 12.000 el día anterior). Y ya anuncian la tercera edición para el 30 de mayo y 1 de junio de 2019.

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