ARTISTAS, GRUPOS...:
Alamedadosoulna | Los Delinqüentes | Funkdación | Jig Corova | Estrella Sin Luz | Quilate
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Asociación de Vecinos de Zaidín/Vergeles
A día de hoy Los Delinqüentes son una tropa multitudinaria en la que espontaneidad y profesionalidad van a la par.
Almedadosoulna, a las cinco de la mañana, cerró el festival ¿para siempre? Esa fue la duda que quedó en el aire tras la dinámica participación de la orquesta madrileña del barrio de Alameda de Osuna: ¿Habrán terminado para siempre los FESTIVALES DEL ZAIDÍN? La respuesta, como tantas otras, están en el viento y en el tiempo. Sea como fuere, y ya lo decían Magic el viernes, "larga vida al rock and roll", aunque sea en folios de mármol, donde ya encontramos otros ilustres programas como Mujeres en Mediterráneo, Hot Point, Mestizaje, Sueños de invierno, Música de los Mundos... y demás cadáveres que aquí hemos enterrado (y seguiremos haciendo) a cambio de la feliz casi nada local.
La noche del sábado, tradicionalmente la más mayoritaria, confirmó que el tamaño sí importa, al menos para los medios, y según los organizadores no menos de 20.000 personas pasaron, entraron o salieron, por el recinto del festivales esa noche. Pocos de ellos, es el sino para el paquete de apertura, estuvieron con Estrella Sin Luz, que celebraban aniversario y grabaron 'Surcando el mar hasta el concierto', un disco y dvd de cumpleaños, y Jig Corova. Y no es porque a la misma hora actuara Chayanne a pocos metros, es que en el Zaidín, hasta la medianoche, ni que regalen la bebidas como se hizo algún año, no aparece nadie.
Mejor receptividad tuvieron Funkdación, ya con algún millar de personas delante bailando y compartiendo. El grupo, a diferencia de otras veces, se presentó en versión bolsillo, equipo mínimo para los tiempos duros pero más que suficiente para reconcentrar un repertorio, en este caso lleno de "covers", a modo de tributo al ramo con derivaciones soul y disco. Enorme la presencia de Damon Robinson, que con la comparecencia añadida del australiano Andrew Lynch y los invitados Pali y Quilate a los rapeos, completaban a los habituales de la casa. Banquillo reconcentrado y compacto, que bordea también el hip hop y los bailables, para solaz de los espectadores gustosos de gastar suela y demás familia de la "pata de elefante" y bola de espejos.
Triunfaron el año pasado, y éste han vuelto a repetir, a mitad de precio que para eso estamos en crisis. Canijo, Ratón y toda la tropa de "Rastafaris de Jerez" volvieron a reventar en recinto vallado del festival, si bien tanta cercanía descubre las costuras de lo suyo y el impacto ya rozado es menor. A día de hoy Los Delinqüentes (en la foto) son una tropa multitudinaria de "envenenados" tipos en los que espontaneidad y profesionalidad van a la par, por más que gasten una imagen informal de naturalidad de madrugada y coleguerío de "que rule" y "litrona"; que con las cosas de comer no se juega. "El show de los rateros" representa la "grasia" y la ganas de compartir de estos jerezanos desparpajados que igual se arriman a la rumba que a los Allman Brothers, a Bob Marley o a Rosendo, palmeando o roqueando con igual desinhibición. A los aires flamenquitos y populares añadieron nuevos aromas, de reggae, punteos de country y ese rock and roll neto que tiene en 'Caminito de los bares' su mejor expresión, en fondo y forma.
Pero si la noche tuvo unos protagonistas, invirtiendo los términos y acudiendo a los "clásicos", los últimos fueron los primeros y se llamaron Alamedadosoulna, la fina y divertida orquesta madrileña de ska/humor, que siendo los más desconocidos del cartel sujetaron a miles de personas bailando hasta las cinco de la madrugada con su alegría y su extraordinario sentido del espectáculo. Quien los conoce sabe que son infalibles, y los que no, como una espectadora que confesaba emocionada en su presencia que eran "lo más divertido que había escuchado nunca", descubrieron la luz. Ska, reggae, jazz bailable, swing, letras siempre ocurrentes, coreografías vertiginosas, simpáticos gags, arreglos brillantes y notable capacidad solista individual son sus mimbres, y dejan chicos los escenarios por grandes que sean. Final feliz lleno de necesario optimismo para un duro comienzo de curso y unos festivales que tras treinta años tienen un futuro lleno de no pocas dudas, aunque quién sabe: ¡hace otros treinta se quitó el tranvía de Granada y ahora se vuelve a poner; aquí somos así! Larga vida al Zaidín.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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