VALLE  |  Jerez de la Frontera, 01/04/2018

Era el momento que todo el público esperaba. El jefe de pista del circo Price levantaba la voz para presentar al mejor payaso del mundo: Charlie Rivel. Y entre fuertes aplausos aparecía aquel artista de pelo rojo que arrastraba una silla de madera con una mano y sujetaba su vieja guitarra con la otra. Pero aquella no sería una actuación rutinaria porque, cuando todos callaron expectantes ante Rivel, un niño pequeño, asustado por el aspecto del payaso, empezó a llorar tan vigorosamente que no se podía comenzar a actuar. Charlie no podía acercarse porque el niño lloraría más fuerte y los padres del pequeño intentaban, sin resultado, calmarle con un chupete. Entonces, el gran Rivel, en el centro del escenario, se puso a llorar tan escandalosamente como lo hacía el niño y éste abrió sus ojos como platos ante esa nueva situación y dejó de llorar. Nadie lloraba como Rivel. Sus aullidos lamentosos eran famosos en todo el mundo y por eso también fue conocido como el payaso más triste. Charlie Rivel, aún llorando, se fue acercando al niño para asegurarse de que todo iba a seguir bien y ocurrió algo maravilloso. El niño, conmovido, comprensivo y solidario, alargando el brazo le entregó su chupete. El gran payaso se lo puso y, ante un estallido de aplausos, dejó de llorar.

'El más triste de los payasos' es una de las canciones más destacables del primer LP de LA TARAMBANA que se llama '¿Cuánto vive un indie?'. Parece normal e incluso fácil que todos actualmente nos sintamos como payasos tristes en esta sociedad y que, ante situaciones disparatadas, no podamos dejar de llorar y de reivindicar como hace La Tarambana con canciones como 'Gente como tú' o 'Dispuesto a perder'. Pero lo que me llama la atención, me sorprende y al mismo tiempo me entusiasma es que este trabajo deja el sabor agridulce a ese "chupete de Rivel", a ese "me como la tristeza para seguir actuando", a ese "voy a seguir luchando ante las adversidades", a ese "comprendo tu llanto pero no te rindas". Por este motivo, también hay canciones como 'Celebrando la locura de la vida' o la bobmarleyana 'Cuando la luna te ilumina' donde La Tarambana, sin olvidar la pena, se pone ese chupete y continúa tocando, viviendo.

Musicalmente, para conseguir este efecto, ayudan mucho los estilos escogidos. La base es ese rock latino de, como bien se ha dicho, Los Rodríguez y Jarabe de Palo, pero también con ese tono muy andaluz sin ocultar acentos de, salvando las distancias en los temas, No me Pises que Llevo Chanclas. Sin embargo, eso solo es la base y en '¿Cuánto vive un indie?' se mezclan estilos tan diversos como ese blues latino santanero, el swing, el rap, el ska e incluso ligeros toques de carnaval, son cubano y charlestón. Todo junto hace de La Tarambana un proyecto innovador y prometedor encabezado nada menos que por Daniel Quiñones "Bigfut" (Delinqüentes y Smiling Bulldogs) en el que esta vez no es bajista sino guitarrista además de la voz principal y donde se rodea de buenos músicos como Ernesto Marín al bajo, Nacho Salmerón a la guitarra y a los coros, Fran Santamaría a la batería y José Amosa a los tecldos. Daniel cuenta con colaboraciones en las que podemos destacar a exmiembros de los Delinqüentes o al rapero Borzo de Jerez (Abocajarro).

Melodías pegadizas con buenos arreglos y letras bien trabajadas, reivindicativas, callejeras pero también esperanzadoras e incluso alegres por momentos, configuran un importante trabajo. Casi tan importante como lo es aquel chupete que hoy todos podemos contemplar en las vitrinas del museo Charlie Rivel de Cubelles.

Me hace gracia. Cuando voy con mi gran amiga Kina a los museos a veces me paro ante algún cuadro o escultura y le pregunto "¿y esto?". Ella sabe que lo que en realidad quiero decir es "¿qué hace esto aquí? Yo no lo pondría ni en mi cuarto de baño". Pero Kina, nuestra experta de arte en BuscaMusica.es, me sonríe comprensiva y me explica pacientemente su importancia, lo que significa la obra, lo que quieren expresar sus colores, sus formas y sus trazos consecuentemente con la época que se estaba viviendo. Conociéndola, estoy seguro que si alguien le señalara el chupete e ignorante le preguntara "¿y esto?", ella contestaría: - Esto es muy importante. Nos indica lo grandes que somos por naturaleza y lo que nunca debemos perder.