JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 24/07/2010

Si ha habido un autentico todoterreno, ese es DAVID SANBORN, hombre ha tenido una influencia constante en la música durante mucho tiempo. Ha trabajado con algunos de los grandes nombres de la música pop y rock, entre ellos Eric Clapton, The Eagles, Rolling Stones, Bowie, James Taylor, Linda Ronstadt, Bruce Springsteen, Stevie Wonder... Ha trabajado con grandes del jazz como Miles Davis y los hermanos Brecker. También ha adoptado el hip-hop, y la música alternativa con el grupo de Ween. 'Here and Gone' es su último disco, un homenaje al entorno sonoro de Ray Charles y hoy lo trae a Jazz en la Costa cerrando el programa principal de este año.

- ¿Quién es Hank Crawford?

- El director musical de Ray Charles y para mí es la raíz de toda la música americana. Tocando el saxo y viniendo de donde vengo, la región sureste de los Estados Unidos, estábamos obligados a escuchar a tipos como Crawford, que era de Memphis y "Fathead" Newman, que era de Fort Worth. Ellos no son sólo la fuente del jazz, sino de toda la música americana contemporánea.

- No es un punto de partida algo... ¿retro?

- No. Esta música está viva, no es una reliquia, no es una parte del pasado. Vive y respira porque tiene una calidad atemporal, puesto que refleja la vida real.

- ¿Qué le llamó la atención de Crawford?

- Hank fue el gran saxofonista y en la década de los años 50 y 60; sus arreglos y forma de tocar fueron fundamentales para mí en mis años de formación. En su trabajo había una economía tan maravillosa... era brillante tanto por lo que hacía como por lo que no, no había nada superfluo sobre su forma de tocar.

- Usted estuvo en Woodstock, no se puede dejar pasar la oportunidad...

- Yo estaba tocando entonces con la Butterfield Blues Band, mi primera banda profesional. Fuimos programados como el grupo anterior a Jimi Hendrix, que era el último del festival. Eran como las cinco de la mañana y estábamos muy cansados, pero en fin, veíamos que Hendrix estaba peor y tocaría aún más tarde, así que nos animamos. Veníamos de tocar en Chicago y nos pararon a 30km del escenario porque estaba todo colapsado. A media noche nos llevaron en helicóptero al recinto y aún quedaban muchos cientos de miles de personas allí delante, fue impresionante.

- Mi jefe no me perdonaría que no le preguntara por Bowie, es muy fan suyo...

- Con Stevie (Wonder) estuve dos años de gira, luego vinieron los Stones... Por entonces yo vivía en casa de Gil Evans, cuando un amigo, Michael Kamen, encontró trabajo como director musical de David Bowie, por medio de él llegué a la Diamond Dogs Band, y a un montaje grandioso diseñado por Jules Fisher, un escenario muy Broadway con una mano gigantesca que se abría y en su palma aparecía Bowie. Fue divertido, teatral y agotador: la misma noche del final de gira en el Madison Square Garden volé a Italia para tocar con Gil Evans. Eran tiempos veloces.

- ¿Está contento de aquel trabajo?

- A veces escucho algunas cosas pasadas y creo que son bastante buenas, pero esa no es una de ellas. Ese trabajo fue eficaz, y creo que funciona en el contexto de la melodía, pero se me hace ahora un poco repetitivo.

- ¿Cómo decidió pasar de acompañante a solista?

- Terminada la etapa Bowie, John Court, el productor de la Butterfield Blues Band entró en contacto con Mo Ostin, de Warner, y por un asunto de favores debidos me ofrecieron la oportunidad. Corrían buenos tiempos para la música de fusión, y entramos simultáneamente gente como Miroslav Vitous, Alice Coltrane, George Benson, Al Jarreau, Pat Martino... Hice el primer álbum, y creo que vendió lo suficiente para que me dieran otra oportunidad, así que me quedé 25 años.

- Y a esta distancia, ¿cómo ve el presente y el futuro de la música, con Internet y todos los cambios de ahora mismo, por no decir que ya de ayer por la tarde?

- Estamos viviendo en una época donde el modelo de negocio está cambiando y prima la economía sobre la creatividad, es un clima enrarecido y difícil donde vales lo que valga tu último disco, y nos sucede a todos, aunque tengas carreras de medio siglo. Ocasionalmente ocurren alentadoras excepciones, como la de Norah Jones ¡¡¡¡y todos se ponen como locos buscando otras Norahs Jones!!! Mi sensación general al respecto de la llegada de Internet es positiva, ya que la información se mueve mucho más rápido: se puede hacer un disco y de inmediato ponerlo a disposición del público. Pero, por otro lado, obviamente ha destruido todos los modelos de negocio, cualquiera que sea su estructura financiera. El negocio de la música hay que repensarlo de arriba abajo de forma que los artistas puedan ser razonablemente compensados por su trabajo, y las personas, a un precio también razonable, puedan tener acceso a la música. Ese es el único final del problema, y no va a tardar.