ÁNGELA ÁLVAREZ  |  Madrid, 04/12/2018

Por aclamación popular, LARKIN POE visitaba la capital el pasado 1 de diciembre. Cooncert, la plataforma de conciertos bajo demanda, traía al dúo después de que centenares de personas apoyaran la propuesta a golpe de click. Y es que en la Cool Stage se notaban las ganas de escuchar la peculiar revisión del blues y el folk americanos tamizada por el pop que hacen las de Nashville materializada en su disco nuevo disco 'Venom & Faith' (Tricki-Woo Records, 2018).

El público recibía a las hermanas con vítores ensordecedores, entregado y agradecido, como el niño que la noche de Reyes celebra que le hayan traído justo lo que había pedido. El contundente riff de 'Summertime Sunset' daba inicio al espectáculo. La mayor de las hermanas, Megan Lovell, con su característica forma tocar el lap steel, de pie y con el instrumento a la altura de la cintura, parece una trilera, salvaje, como algunos músicos callejeros virtuosos, medio magos, que hacen muestra de su destreza en pleno centro urbano. Rebecca Lovell, la voz principal y carismática front-woman, no perdió la ocasión en ningú momento de interactuar con el público, presentando prácticamente todas las canciones y llegando a jugar a improvisar melodías con los asistentes ('Run For Your Money').

Y es que Larkin Poe, por el papel que juega la voz en sus canciones y la presencia del slide, reivindican el poder de la voz y la guitarra a partes iguales: melismas y riffs vocales a los que el slide les saca brillo. La facilidad de las hermanas Lovell a la hora de cambiar de registro les llevó a pasar sin despeinarse de su versión de 'Black Betty' de Lead Belly (popularizada por Ram Jam) a temas propios más tranquilos como 'Look Away', 'Freedom' o 'Bleach Blonde Bottle Blues', con bien de ramalazos black góspel; estrofas nacidas para ser acompañadas con palmas.

Tras su versión de 'Wanted Woman' de AC/DC, cuando parecía que el concierto había acabado, los silbidos ensordecedores devolvieron a la banda al escenario.  Los bises ('When God Closes A Door' y 'Come On In My Kitchen') dejaron al público satisfecho y apelotonado frente a la mesa del merchandising para comprar, en muestra de agradecimiento, como el cliente agradecido que le deja propina al camarero después de un buen servicio.