RUBÉN MONTEJO  |  Granada, 04/07/2018

Formada a finales de los 70, la banda escocesa SIMPLE MINDS hacía una parada en Granada en su gira por España. Aunque en un principio, el sitio elegido fue la Plaza de Toros de la capital nazarí, unos días antes del concierto se anunció a bombo y platillo que el recinto que albergaría el evento finalmente sería el Palacio de Congresos de Granada. Tal vez por la escasa venta de entradas, o, simplemente, por motivos logísticos que desconocemos a ciencia cierta.

GIMNÁSTICA fue la banda elegida para abrir el concierto de los escoceses. La formación, procedente de Alicante, es bastante joven y con 5 años escasos de historia, se están haciendo un hueco dentro de la escena pop-rock española. "Descubiertos" por Pachi García de Alis, en 2012 les grabó el que fue su debut. A partir de ahí, estos chicos no han parado hasta llegar a telonear a los grandes Simple Minds. Su show estuvo lleno de energía y sonaron bastante más potentes de lo que prometen en sus grabaciones. Con una serie de hits que cabalgaban entre la suavidad pop y la rabia rock, Gimnástica hicieron de excelente catalizador ante el aún escaso público que se congregaba en el Palacio de Congresos.

A eso de las 10 de la noche hacían aparición Jim Kerr y Charlie Burchill, el alma de Simple Minds y únicos miembros originales de la banda. Con un Palacio de Congresos mucho más lustroso (calculo que unas 2500 personas), dio comienzo un show cargado de nostalgia y ritmos modernos y electrónicos. Por un lado, Jim y los suyos ofrecieron temas de su etapa discográfica más reciente, que abarca desde el post-punk hasta ritmos electrónicos y poperos. Tras un par de temas de su más reciente época, el bajista de Simple Minds nos hablaba de lo bonita que es Granada, resumiéndolo con un convincente y divertido "¡es la polla!". La energía que transmite la banda 40 años después de su formación es encomiable. Sobre todo por la parte de Jim, que es un enorme frontman y que se acercó continuamente a primera línea del escenario, para tener un contacto más directo con su público, que, por cierto, estaba entregadísimo en sus primeras filas.

El Palacio de Congresos no se presta a que la banda conecte con su público, debido a que su aforo es todo sentado. Pese a todo, hubo numeroso público que se levantó y prefirió verlos en primeras filas de pie, electrizando junto a la banda clásicos como 'Love Song' o 'Alive And Kicking'. Por supuesto que no faltó 'Don't You (Forget About Me)', que hizo las delicias de los más nostálgicos. También presentaron su nuevo disco 'Walk Between Worlds', un disco que juega con la electrónica tal vez de una manera excesiva para una banda como Simple Minds. El caso es que los británicos se han sabido reinventar y seguir vendiendo discos, no viviendo de las rentas, como se suele decir. Tal vez no sea del gusto de los fans más acérrimos, pero hay que agradecer su experiencia y profesionalidad en todo lo que hacen.

Mención especial a la corista Sarah Brown que hizo un excelente trabajo con sus cuerdas vocales acompañando la melosa y trabajada voz de Jim, que por cierto, conserva su potencial casi intacto, cosa que se agradece. Otra chica en la banda, la baterista Cherisse Osei fue el músico sobre las tablas que más me impresionó, con una técnica a los tambores perfecta, delicada pero a la vez con una muy buena pegada, que hacía retumbar el recinto al completo. Aparte de su actitud, desmelenada y alocada, que permitió a la base rítmica moverse entre paños y sonar homogénea y concisa. Muy cerquita de la impresionante pantalla de leds que decoraba toda la parte trasera del escenario también pudimos disfrutar del buen hacer a las teclas de Catherine A.D. La galesa multi-instrumentista rellenó cada hueco de la pared sónica de Simple Minds con atmósferas, melodías y sonidos sintetizados con mucha clase y elegancia.

La banda, con 7 músicos sobre las tablas, hizo un buen recital combinando con inteligencia su etapa actual con sus sonidos más clásicos, creando una atmósfera vibrante en el Palacio. Un público que de media se situaba en las seis décadas, no paraba de corear los himnos y piezas que ya son parte de la cultura popular musical. Y es que Simple Minds pudieron llegar a ser tan grandes o más que otras que sí que tuvieron más suerte, como U2. Pero cosas del destino, del azar, o simplemente, del marketing y del poder del dinero hicieron relegarse a un segundo plano. Pero ellos siempre han estado ahí. Y parece que no se plantean marcharse. Un concierto para recordar, cargado de sentimiento y nostalgia.

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