VICKY PEINADO  |  Madrid, 05/05/2012

La puesta en escena de 'ENSAYANDO EL MISÁNTROPO' del ciclo de 'Los Abadías en marzo' comienza por el final, el espectador acude al catering que el equipo comparte con la prensa y compañeros de profesión. La sala se configura de modo que el público rodea a los actores, que en todo momento se sienten observados dentro de su propia fiesta, hasta que el alcohol los desinhibe y van soltándose las lenguas. Es ahí cuando las pequeñas rencillas se hacen presentes, se forman corrillos y se regalan besos furtivos en las esquinas poco iluminadas.

Teatro dentro del teatro, la adaptación que se hace de 'El Misántropo' consiste en trasladar el argumento del texto de Moliére fuera del escenario, a las relaciones entre los personajes de la compañía. Nada de lo que inicialmente parece es realmente así. Los abrazos y las sonrisas de las que parten nada tienen que ver con los puñales que se van sacando los personajes de la espalda conforme avanza la trama.

El espectáculo promete en un principio una frescura que luego pierde, un planteamiento aperturista del espectáculo, en el que el público parece estar dentro, pronto se trunca y la ilusión se desvanece. La música y la luz van marcando cada uno de las escenas de los personajes, separando así a unos de otros, que en pocas ocasiones se ausentan, ya que es una fiesta en la que todos (incluido el público) están participando.

Los actores orquestan bien una versión de 'El Misántropo', que está bien traída al mundo de "la farándula" pero que cae en clichés que hacen perder el interés. Se echa en falta un poco menos de corrección, más mordacidad y más entraña.

Este trabajo está producido por el Taller de Exploración de La Abadía y La Compañía de Actores Michael Chèjov y dirigido por Luis d'Ors.