DANI ILLANA  |  Jaén, 02/03/2010

Lleno hasta la bandera en la Sala Iroquai de Jaén que, aún siendo pequeña, es bastante complicada de colmar. Muchos músicos entre el expectante público que esperaba ver a la gran esperanza del rock jiennense, la banda de blues GUADALUPE PLATA.

Con puntualidad casi británica el ruido del slide y del barreño surgieron cavernosos, como del barro del Mississippi, para empezar a dar forma a 'I'd rather be a devil', esa pieza tan maravillosa y tan extrañamente sajona en su repertorio. Silencio expectante en la sala y rostros de satisfacción al comprobar la actitud con la que se entregaban a dar forma a sus temas. A pesar de que las guitarras siempre llevan el mismo toque bluesero, la contundencia y vivacidad del dúo rítmico, le da a las canciones de Guadalupe Plata un excepcional colorido sin perder nunca sus señas de identidad: nadie suena hoy como ellos, ni parecido.

El concierto, que estuvo dividido en dos mitades, tuvo una primera más de "toma de contacto", donde los profanos se sumergieron en los pesados paisajes sonoros de los lomeños. Tras la segunda canción todo el mundo llevaba el ritmo con el pie, del mismo modo que hacía Perico para marcarse los compases, al modo de los bluesmen clásicos. 'En este cementerio' dibujó el ecuador del set, que volvió tras el parón con unos extensos pasajes instrumentales que, aunque pueda parecer lo contrario, sirvieron para calentar, aún más, al respetable. 'Lorena' o '¿Qué se siente al matar a un gatito?', una de las más celebradas, fueron caldeando el ambiente hasta llegar a la (que a un servidor le parece) mejor pieza de su repertorio, la delirante 'Baby, me vuelves loco', momento que aprovechó Perico para disparar todo su arsenal guitarrero de punteos y acoples, con un momento rayano con lo sexual con su propio amplificador. Si esta es la cara que van a exhibir en su gira americana, muchos creerán que el cruce de caminos está en algún lugar de Andalucía.