JUANMA CANTOS  |  Madrid, 20/11/2010

No es muy habitual que un grupo llene a reventar una sala un lunes. Pero es que llegaba a El Sol uno de los grupos de los que más se habla, con todo merecimiento, en los últimos meses, los tejanos THE STRANGE BOYS y, claro, el lleno era de esperar. Venían, gracias al aval de la iniciativa Heineken Music Selector, a presentar de nuevo (a finales de verano ya les tuvimos por Madrid) su disco 'Be Brave' ante la atenta mirada de cientos de nuevos fans que ya les han anotado como grupo a seguir... y no se equivocan.

Los canadienses THE DEMON'S CLAWS fueron el complemento perfecto, sólo en lo estilístico, de los tejanos y abrieron el camino dando calor al ambiente de una sala ya convencida de antemano. Jeff Clark, su vocalista y guitarrista, centró la atención de las miradas con sus poses de yoga, con su forma de cantar mirando hacia el infinito por entre la melena que tapaba su cara, y rasgando, descalzo, su desvencijada Gibson afinada de un modo bastante extraño. Aunque resultones, con buenas intenciones a la hora de componer, les falta aún cierto rodaje y, sobre todo, convicción a la hora de querer comerse el escenario. Su nuevo álbum, 'The Defrosting of' da muchas más cosas, mucho más curradas, con mucho más descaro, y, por descontado, con mucha más "mala leche" de que lo que los de Quebec mostraron en su concierto. Aún así, dejaron algunos temas bien engranados, sobre todo cuando se acercaron hacia el blues-rock colindante con Cream y pasado por un tamiz a lo The Strokes o, incluso más certeros, cuando entraron sin complejos en materia, trayendo hacia el country-western temas como 'Weird Ways' o 'Hunting On The 49', rescatado de su disco de 2007 'Satan's Little Pet Pig'. Su música es una amalgama que, basada en lo plenamente "garagero" incluye, además, reminiscencias de los Kinks, incluso toquecitos del country de Johnny Cash o, por qué no, ramalazos punk. Pero, todo ello, sin llegar a concretarse en nada sólido en su directo: los canadienses llegaron a dispersarse y, con ello, a no cuajar, demasiado fríos en escena -desmintiendo al título de su álbum- para lo que una música como la suya requiere y transmitiendo ese frío a la concurrencia. Se les echó el tiempo encima y dejaron los deberes por hacer para la próxima, teniendo que de dar paso apresuradamente a los protagonistas absolutos de la noche.

The Strange Boys son unos jovencitos sin prejuicios que buscan su razón de ser, como tantos otros grupos llegados desde los Estados Unidos en las últimas fechas, en la tradición musical más arraigada en su país, sobre todo en el blues-rock, para llevarla a nuestros días, vía rock garagero "light", aunque, a diferencia de los mayores en los que se miran, ni son virtuosos ni les parece importar (y ni falta que les hace). Tienen pinta de buenos chicos, de tíos sencillos, y esa sencillez tanto en su actitud en escena como en sus composiciones, que se transforma en canciones que enganchan fácilmente, es lo que hace que conecten de una manera tan rápida y tan sincera con el público. Entrelazando temas cortos, sin apenas arreglos, fueron aumentando la presión, pasando por sus dos recientes álbumes, recreándose en inesperadas versiones como 'El Cóndor Pasa (If I could)' de Simon & Garfunkel y desmelenándose por fin, al irse ya por el palo más rockero, al final de un concierto generoso en duración. Son una firme apuesta y canciones como la que da título a su último álbum, o 'Friday In Paris' o 'Night Might' lo demuestran.