MIGUEL LOPOTT  |  Madrid, 12/08/2011

Qué mejor para dar continuidad a las castizas Fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma de Madrid que disfrutar de un espectáculo tan netamente madrileño como es la Zarzuela. La Compañía Ferro Teatro nos brinda esta oportunidad hasta el 31 de agosto en un marco inigualable, la Terraza de Verano de Casa de Vacas del Retiro, donde además ofrece la oportunidad de disfrutar, si así se desea, de los servicios de restauración a disposición del público a unos precios más que interesantes.

'LA DEL MANOJO DE ROSAS' es la Zarzuela elegida. Todo un clásico del teatro musical madrileño montado sobre el libreto de Anselmo Carreño y de Ramos Castro con la música de Pablo Sorozábal. Uno de los sainetes de mas éxito y mejor acogido del Siglo XX, responsable, entre otros méritos, de acercar el género chico a las vidas de los madrileños.

De esta forma, la Terraza de Verano de Casa de Vacas se convertirá durante casi dos horas en una popular plaza madrileña en plenos años treinta donde un grupo de vecinos del barrio escenificarán sus vidas y sentimientos. La trama central gira en torno a la competencia por el amor de la florista Ascensión entre el mecánico Joaquín (que realmente es un señorito) y Ricardo, un aviador de pro, en un entorno donde las clases sociales condicionan las relaciones y donde los caprichos del destino pueden invertir los roles. Este trío conseguirá con sus romanzas hacerse con la gracia del espectador, pero no serán los únicos. El camarero Espasa realiza una destacada interpretación en la que la comicidad corre de su parte a base de trabalenguas, frases sin sentido y palabras inventadas con el objeto de mostrar un nivel intelectual del que carece; muy vistoso el papel de Clarita con una actuación fresca y una voz sobresaliente acompañada de la soltura en escena de Capó, otro de los mecánicos del taller.

La música amoldada a un elegante piano en directo, las voces bien situadas tanto en la parte hablada como en la cantada de los actores, el vestuario cuidado a la época y una escenografía ajustada a las características del espacio disponible, pero bien imbuida en esos años, complementan los factores que consiguen que esta adaptación, promovida por Mariano Torralba y puesta en escena de la mano de Cristina Zambrana y Carlos Fernández (fundadores de Ferro Teatro), cuente con el favor del público que se muestra más que generoso en aplausos.