JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 24/02/2019

Tras el lleno completo el viernes de El Kanka, parece que el fin de semana viene con la "ka" por delante, y "ke" trae suerte. Después de la premiere para medios y allegados ("fotocol" incluido) el pasado jueves en el madrileño Palacio de la Prensa del trío, fue anoche en Granada cuando los KETAMA dijeron "qué hay de nuevo, viejo". Exactamente quince años más viejos desde que nos vimos las últimas veces. Y aquí cabe recordar dos de sus actuaciones históricas, una la mítica presentación de los Ketama con Diabaté en la kora dentro de las Capitulaciones (cuando aquel festival era una importante cita internacional de world music y no la verbena actual), y su paso por el Festival del Zaidín, donde se dieron un baño de masas de varios largos en el concierto más grande que han hecho en esta ciudad, la suya, aunque hayan ejercido a distancia más bien.

"Volvemos porque queremos" se autoparafraseaban en la presentación de su particular "Maniobra de resurrección", intentando explicar el momento de este regreso, a tres lustros de su último registro en primera vida: '20 pa' Ketama', y a treinta, y algunos meses, de su obra maestra 'Songhai'; aquel disco memorable que gestado bajo la tutela del añorado Mario Pacheco y del inmenso productor Joe Boyd.

Bulesalsa, duende y clave juntos

El Palacio de Congresos ofreció nuevamente sus mejores galas, y exactamente igual que anteanoche El Kanka dio de comer en su mano a 2001 personas, los Ketama llegaron nerviosos y con el jetlag puesto, pero jugaban en casa y ante la familia, que ya se sabe que para los flamencos (y soneros) este concepto nos incluye a todos. Así que desde el minuto uno ya estaba el concierto ganado. No por ello descuidaron sus mejores galas, rodándolas para una gira que hasta el verano tiene ya una veintena de fechas firmadas, y que sin duda será el best seller del circuito festivalero porque es el hábitat ideal de su repertorio orquestón. Es música para mover las caderas con la clave flamenca o "agarrao" con sus sensibles baladas: "Nuestra esencia musical no va a cambiar y vamos a ser muy fieles con la música que hacíamos, somos las mismas personas con las mismas inquietudes", aseguraron hace un mes, y lo cumplieron.

"Saber de ti fue un alegrón", cantaron nada más salir ('Karta canción') sobre una templada cadencia brasileña antes de meterse en faena con 'Djamana' y 'Vengo de Borrachera', en plena descarga timbera ya; para respirar acto seguido con la nana 'Acaba de nacer' y el respetuoso distanciamiento de 'Problema', uno de sus mayores éxitos paradójicamente cantándole a una separación sin retorno.

No faltaron los gritos de "guapo" arrojados al escenario para Antonio Carmona, que fue un auténtico sex symbol en su momento y la afición no olvida. Claro que él colabora con su garbo, saber estar, comunicar, y esa sonrisa que le costó un buen disgusto.

Todos estrellas de aquí y de allá

Y allí estaba el objeto de deseo, muy ajustado de voz y perfectamente doblado y hasta suplementado por Los Mellis; voluntarioso Antonio (¡hasta se bajó del escenario!), promovió la "lokura" y la superpoblación madrileña de nuevo, flanqueado (y flamenqueado) por sus socios Josemi y Juan José. Dos piezas vitales en su historia (como 'Vengo de borrachera' a la hora de abrazar farolas) incluidas en su recopilatorio en directo 'De akí a Ketama', superventas en 1995, argumento de esta gira, y recientemente puesto nuevamente en circulación ampliando el temario con intervenciones contemporáneas de Pablo Alborán y Jorge Drexler, y la colaboración extra del murguista montevideano Rubén Rada (en la grabación histórica participaron los dos Antonios ausentes, Vega y Flores).

Para la ocasión han recuperado a dos nombres propios en el sonido de Ketama de entonces: al teclista Cortina y al percusionista Dulzaides. Ambos forman parte de una alineación fundamental en lo que escuchamos anoche porque hay muchos espacios instrumentales para que la garganta descanse. "Vamos a ir acompañados de una de las mejores bandas que existen", avanzaron, en referencia a una suerte de "todos estrellas", cuatro por cuatros, casi mitad por mitad a repartir entre los de aquí y los de allá: Josué Ronkio (bajista visto con Jorge Pardo, La Negra o Buika), Kiki Ferrer (batería de Habana Blues y mil más) y los formidables Manuel Machado y Ariel Bringuez (vientos de Irakere 3.0, Chucho Valdés y cubanías varias). Equipo imprescindible para fortalecer las canciones y que suenen con el brillo y poderío de cualquier orquesta habanera a la hora de emparejar duende y clave. Echamos de menos a Barbería, que en los últimos Ketama introdujo el hip hop y el "beat boxing" en directo con unos resultados arrolladores. Pero no se pueden tener tantos amores a la vez y no estar "loko". A cambio invitaron a Kiki Morente para hacer a medias 'Viviré' y sacar pecho con la camisa blanca que le regaló su padre.

Éxitos comprimidos

Lo que sí tienen en una docena de álbumes es tal cantidad de canciones que tiene que comprimirlas en "medleys", fuese engranando 'Lloraré' con 'Así me siento' entre otras, o de rumbas completamente desatadas. De sus carreras individuales salió el 'Dale la luz' de Antonio recogida para esta gira. Tras esta versión en modo trío, confesaron su granadinismo explícitamente con los tangos 'Cuesta de la Caba' (o con uve si es de las Cavas madrileñas) y las bulerías en las que invitaron a Pepe Habichuela, "el último mohicano del flamenco" como le calificó su hijo (y catalizador del grupo al principio, formado por sus "alumnos aventajados" señaló él), para terminar la primera parte del set toda la familia junta y recibir una ovación estruendosa.

Como ocurriera en otras ocasiones (por ejemplo con Rubén Blades y la Orquesta Platería), Ketama ha llevado al gran público a autores disparando su popularidad. Ocurrió con Antonio Vega (ahora le homenajean con 'Ángel caído'), también con W. DeVille, Ruben Rada y su regrabada 'Loko de amor', bandera de esta gira (con un solo espectacular de Machado), y mucho fue con un minoritario Djavan, hacia el que el público mainstream volvió los ojos tras su emotiva adaptación de 'Flor de Lys', sin duda otro momento estelar del concierto de anoche a pesar de la nueva presentación, ya en la recta final. Aunque aprovechando el fin de semana tan lleno de nominaciones a los Premios Oscar para 'Bohemian Rhapsody' bien podían haber recuperado su versión de 'I want to Break Free', 'Cómo librarme de tí', ya pasada por el ketamizador.

Pero no, el fin de fiesta lo tenían encomendado al 'Se dejaba llevar' vegano y el himno "lokuelo" de la casa, material incandescente para el palmoteo desaforado, la cadera dislocada y vuelta al ruedo. Lokos de soltar sin duda.

De 'Songhai' a hoy

La primera versión de ese título (luego hubo una segunda parte) junto con 'La leyenda del tiempo', o 'Veneno' es al flamenco (o 'Atalaya' a la rumba catalana) lo que 'Buenavista Social Club' al son cubano, referencias ineludibles en la historia de la cultura planetaria, y obras maestras de un mundo global: fue elegido mejor del año por numerosas publicaciones internacionales, y de paso consolidó un grupo que pasaba por momentos críticos. También orientó a los Carmona sobre el camino a seguir, vía Malí, para "volver e ir" hasta la música "flamenkubana", escrita con "K" de rebeldía: "una fusión latina con flamenco y pop, que siempre ha sido nuestro sello personal", en sus palabras. Y no estaban locos del todo, porque ya Camarón, como los Amador, Lebrijano, Sabicas y Lole y Manuel desde el flamenco, o Imán, Triana, Carmen, Guadalquivir, etc., desde el rock (e Iturralde en el jazz) habían ensanchado los pulmones del flamenco. Y de ahí llegamos cogiendo aire (pasando por Morente pre y post 'Omega') hasta Raúl Rodríguez, Rosalía o el Niño de Elche (o nuestros Sorroche y el Estado o Fausto Taranto) hace nada. Esto no hay quién lo pare.