JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 09/07/2018

Como suele ser habitual en las dos veladas del festival de Atarfe, el segundo día, siempre sábado, la afluencia de público mengua atraído por el entorno marinero de fin de semana. Con todo, alrededor de un millar de personas subieron al lago artificial de la Ermita de los Tres Juanes para un concierto doble que presentaba a la británica CLAIRE MARTÍN, que abrió, y la despedida de SERGIO PAMIES y su cuarteto antes de volver "al gringo".

Sin estremecimientos acalambrados como los de Garrett, en o bajo el escenario, la noche resultó mucho más relajada y sin tanto sobresalto musical o no. Claire Martin es una voz de timbre muy bonito, amable y con una gama de posibilidades amplia, puede ser sutil y delicada cuando acaricia una bossa y volverse recia y robusta si coge un blues por donde hay que cogerlo y aprieta. Eso sí, voz blanca e inglesa. Modulación, dicción y afinación perfecta para un repertorio de estándares no siempre obvios con el acompañante sonido típico de trío de piano en el que David Newton fue con su claridad expositiva su principal apoyo. Una excelente voz para escuchar alrededor de la medianoche, y arrebatadora bajo techo en un club.

A Sergio Pamies le hemos visto crecer casi día a día en Granada, hasta que se nos fue a "hacer las américas". Visto y escuchado intermitentemente en cada visita posterior, lo suyo han sido auténticos "giant steps" que diría el autor del "amor supremo". Tras una llegada a los Estados Unidos como "nuevo Chano Domínguez", se ha sacudido ese calificativo con su último trabajo, 'What Brought You Here?' en el que cambia duende por feeling en una suerte de ruta "de vuelta e ida" donde sugiere a los americanos su propia receta y con hermosos efectos secundarios. La propuesta de Pamies, casi toda hecha con material de su autoría, fue entrando pausadamente, sin aspavientos, hasta secuestrar la atención y la admiración del público, abducido por su templado pulsar y esa magia respetuosa que fabricaban sus dedos, exactos y cargados de intenciones, noche y romanticismo. Todo un clásico por llegar, al tiempo. La presencia del formidable Julián Sánchez, de Huétor, oído cocina, con trompeta y fiscorno, fue el añadido estelar con el que terminó un festival que el año que viene cumple su mayoría de edad y ya es una cita obligatoria en el verano granadino.

Premios merecidos

El festival atarfeño cogió el relevo de los Premios Secadero para galardonar a entidades o personas de toda índole que hacen que el jazz en Granada sea importante. Y más en Granada, una provincia con, ahora mismo, siete festivales de Jazz&Blues cada año. Eso no sale de la nada, sino del trabajo y la dedicación de una relación de gente que cada año recibe el reconocimiento de esta muestra. Este año han sido felicitados por su amor a esta música el Bohemia Jazz Café (¡que paradójicamente ha sido sancionado por lo mismo por el ayuntamiento granadino!), el músico Julián Sánchez y la federación de asociaciones de Jazz Andajazz. Que no pare la música.