JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 12/04/2018

Tras veinte años de hacer de todo, desde ejercer de mimo, a vestirse de Picasso mozuelo o vender puerta a puerta, Antonio Manuel Mellado goza de su mejor momento de popularidad con el personaje que ha creado junto a José Taboada y el letrista Javier Laguna: ZENET. Le habíamos visto en formato mínimo y mediano, pero el Festival de Jazz de Granada del año pasado invitó al proyecto Zenet a ofrecerse en su soñada banda grande. En el escenario del Teatro Isabel la Católica, la "Zenet Big Band", con siete músicos en formación, clausuró la muestra entre aplausos y con un cálido concierto que superó las dos horas. Ahora regresa nuevamente en su suma y sigue particular duplicando el aforo en el Palacio de Congresos (hoy jueves 12, 21h).

Como casi todo el que el que es alguien en la música de este país (y aprovechando que está todavía caliente) Toni Zenet también se estrenó en Granada en los Festivales del Zaidín, aunque bajo el nombre de SUR SA. Contra todo pronóstico, pocos años después, la irrupción ya de Zenet se convirtió en un fenómeno. Era imposible prever que un tipo con maneras de crooner y canciones aboleradas de entono jazzístico podría despertar el más mínimo interés más allá de un circuito mínimo de café-concierto o ciclos "made in aquí", y más si no venía desde la factoría de Javier Limón. Pero ocurrió: para su primera actuación en Granada del personaje Toni Zenet las colas daban la vuelta a la manzana. Zenet ha sido uno de esos afortunados casos en los que el boca/oreja ha hecho estragos y que demuestran que la popularidad no es una ciencia exacta.

Toni Zenet se ha convertido, ya para la inmortalidad, en un crooner andaluz de sombrero borsalino, y que bajo el nudo de la corbata lleva el de la garganta. Actor y cantante, dicharachero entrevistado se ha apropiado del clasicismo del cantante varón de jazz tan en desuso, formando un equipo muy resultón que en directo frecuenta músicos supertalla como el trombonista Ove Larsson, el gigante cubano de la trompeta Manuel Machado, Lucho Aguilar, el gran Pepe Rivero o Miguel Castro. El resto lo hace su buen hacer escénico y un elegante guardarropía en completa escala de grises, del negro al blanco, diseñado por un sastre granadino por cierto. Genio y figura.