KINA JARAÍCES  |  Madrid, 01/05/2018

Tiene Eva Varela uno de los dones más bellos. El de desprender aura con su sola presencia. Y también sin ella. Simplemente con su voz. A oscuras. Luego aparece en escena y se adueña de nosotros, inevitables receptores de su intensidad dramática. Y hace todo esto sin una pizca de presunción. Con amor puro por su trabajo. Ese que sale de muy adentro. El que carece de ego.

Eva Varela Lasheras y Raúl Laiza han creado 'DIOTIMA', una experiencia escénica que nos acerca al universo de María Zambrano, convirtiendo uno de sus ensayos, 'Diotima de Mantinea', en teatro. Pero en teatro que te hace pensar, reflexionar, sentir. Ambos, actriz y director, nos introducen en el intenso y complejo mundo de la filósofa malagueña a través de una música sugerente y de una escenografía tan sencilla como bella: tres discos de hielo que gotean intermitentemente sobre un escenario maravillosamente iluminado a pie del espectador.

Al personaje de Diotima solo lo conocemos por su existencia en 'El banquete', la obra de Platón. Ella es la mujer que enseña a Sócrates todo lo que el filósofo sabe acerca del Amor. Se trata de la primera teoría acerca de Eros. Para la extranjera de Mantinea, el Amor es un mediador entre la sabiduría y la ignorancia, entre lo bello y lo feo, entre dios y el ser humano. Una condición que lo convierte en la herramienta de conocimiento que nos conduce hacia el deseo de belleza, de bondad, de verdad.

"Los dioses no filosofan porque ya tienen el saber. Tampoco filosofan los ignorantes, porque la ignorancia en la que están sumidos les impide añorar el saber".

La Diotima zambraniana parte de la plátónica pero, a diferencia de esta, nos habla desde el interior para reflexionar no solo sobre el amor sino también acerca de la muerte, del tiempo, de los sueños, de los miedos. De la existencia humana, en definitiva.

Tiene María Zambrano, sin duda, otro de los dones más bellos. El de no separar la poesía de la filosofía. El de hacernos pensar desde un universo poético, bellísimo, embriagador. El de enseñarnos eso que los teóricos han denominado "su razón poética".

"Siempre sentí las cosas lejanas, las que se desarrollan en otros tiempos y en otros espacios. Sucesos que ocurren en algún lugar diferente al nuestro, instantes de realidad que ahí se consumen en duraciones como desiertos. Y así he atravesado varios que señalan las verdaderas épocas de mi vida y han ido marcando mi edad".