JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 17/02/2012

El pasado fin de semana quedó certificado sin notario que Granada es una notable potencia en grupos de fusión y mestizaje: el extraordinario disco en directo de Eskorzo, ya por fin en la calle, sirve de banda sonora para hablar del lleno de El Puchero del Hortelano el sábado (todo vendido con un mes de adelanto casi) y también, el viernes, de la notable capacidad de convocatoria y el matador directo de SON DE NADIE. Y hay más: Alpujarra Libre, La Contra del Bando... Templando el patio antes de los del Sr. Olmo estuvo el swing de Javier Osorio y los Santos Perversos, conste en acta.

Como todos los mencionados Son de Nadie surgieron bajo la alargada sombra de don Manuel Chao, pero su crecimiento como artistas o la saturación del espacio les empujó (también a los demás) a buscarse las habichuelas sonoras por otras latitudes. En su caso, reestructuración por medio aún sin completar (buscan cantante femenina con "sabor" para doblar las voces) revisan la latinidad sonora desde Río Grande a Ushuaia, con un espíritu panhispanoamericanista que recuerda al maestro (y ministro de turismo panameño) el Dr. Rubén Blades.

'Ciudad Capricho' es un compendio de estos ritmos hispanoparlantes escapando del reggae-ska ("el baile del chipirón" como dijo alguien alguna vez), incluido ya casi solo de forma testimonial o simple aliño. Sonó casi todo el disco al completo, y aunque no lo hiciera el tema 'Pa la Habana', no fue necesaria ninguna dedicatoria explicita, habida cuenta de que SDN se ha convertido en una poderosa formación timbera con el latido de la clave palpitando en mitad del pecho. En lo suyo hay tango, cumbia, milonga, son montuno, manouche, rumba, latin y rock... pero pasados por el chute energético de las deslumbrantes y dinámicas formaciones habaneras de timba: ritmo, mucho ritmo, tumbaos de miedo y metales de infarto (aquí se echa de menos aquel saxo perdido), y a sumar el toque "occidental" de una guitarra con garras de rock, incluso de hard rock. Como invitado, Tony Eskorzo (que aprovechó para anunciar su nuevo oficio como cantante de Tabletom) y la entrañable Maüi Ramírez.

No ocurrió, porque el suelo de la sala El Tren es de duro cemento, pero en otra condición el polvo de los bailadores (¡todo el personal presente!) hubiese ocultado al grupo como la mejor máquina de humo. Durante dos horas olía a alegría, malos rollos quemados y sí, también algo de sudor, pero así es como debe oler la felicidad. Que san Changó les bendiga por repartir tanto gozo con la que está cayendo.