VICKY PEINADO  |  Madrid, 15/11/2011

'FAIR PLAY' pone sobre el escenario una trama en la que los jugadores de un equipo de fútbol se ven envueltos en un turbio asunto con una menor de edad. Las fricciones con el entrenador, la presión a la que los jugadores se ven sometidos por la prensa, el límite impuesto por cumplir su techo deportivo, por intentar llevar una vida normal, los conflictos que se desarrollan en el vestuario del equipo son los componentes de la historia.

El montaje pone de relieve aspectos de las figuras futbolísticas que no acostumbramos a ver, porque detrás de sus carreras deportivas hay hombres que quieren ser felices y llevar una vida que les satisfaga, a la vez que ansían el éxito, el marcar goles y que su trabajo sea reconocido tanto por los medios de comunicación, como por el público en general.

Nos revela a unos personajes muy conscientes de la repercusión mediática que tienen, tanto que su vida está dominada por el miedo a no hacer lo que se espera de ellos en todo momento y por lo que se ven sometidos a una presión terrible que maneja su existencia.

La corrupción está en todas partes: en el vestuario, en los medios, en la locura que se genera fuera de los estadios y que asedia con mil peligros la honorabilidad de unos hombres que sometidos a una fuerte presión pueden cometer imprudencias por el simple hecho de estar vivos.

El entrenador juega un papel de importancia, ya que no sólo es el alma mater del equipo en cuanto al juego, sino que de alguna manera se convierte en la salvaguarda de todos ellos en los aspectos más íntimos, se ve obligado a velar por ellos y se siente responsable de sus destinos.

'Fair Play' critica la doble moral y la hipocresía que pesa sobre el mundo del fútbol, que confina a los protagonistas del evento deportivo más importante en unos límites que vienen impuestos desde fuera, por los mass media y por la opinión pública que se genera de los mismos.

La puesta en escena adolece de verosimilitud en aspectos básicos relacionados con el mundo deportivo, porque está más pendiente de la trama humana que del contexto en el que se desarrolla.