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SONISPHERE 2011

SONISPHERE 2011

Larga vida al heavy metal

Con más de 40.000 personas ansiosas por disfrutar de los Maiden, con más mascarillas que nunca por la polvareda levantada.


Redactor  MIGUEL GOIDTE  |  Getafe (Madrid), 18/07/2011


Con una docena de países subidos al carro, podemos asegurar que SONISPHERE se ha consagrado como uno de los grandes eventos metaleros del viejo continente. La Piel de Toro mantiene a Getafe como sede del evento en la explanada del Getafe Open Air (para los aborígenes, el Polígono de los Olivos), un lugar con cabida para más de 42.000 personas a pies del Cerro de los Ángeles, centro geográfico de la península convertido en centro del Metal.


El recinto, bien acondicionado, disponía de barras de bebida, casetas de fast food, merchandising, casetas de refrigeración con ventiladores y aspersores (muy aplaudidas), gran cantidad de aseos, casetas de sombra, zona de relax, expendeduría de tabaco, discoteca metalera, una amplia y enjaulada caseta de tickets, y zona de acampada adicional al permanente Camping de los Olivos. La presencia permanente de la Cruz Roja fue un acierto más que necesario.


El escenario único, bien situado y visible desde todo el recinto, con una acústica excelente y con los monitores laterales nítidos y con una gran realización televisiva que nos permitía seguir el zoom de la escena.


Como contrapuntos negativos en boca del respetable, los de siempre, los que en aras del negocio inciden en el confort del público: La imposibilidad de salir del recinto una vez dentro (para las personas de un solo día) con el objeto de eliminar el mercadeo exterior y la obligatoriedad de usar moneda del festival sin posibilidad de devolución de lo no consumido, una manera cuestionable de amasar pasta.


Con mucho calor proveniente de un sol de justicia y mucho polvo, el azuzado por un ligero viento al que se le sumaba el levantado por las suelas de unas treinta mil personas el viernes 15 y unas cuarenta mil el sábado 16, se desarrollaba la edición 2011 de Sonisphere Spain.


Viernes:


La apertura, con un público entrante y todavía poco asentado más pendiente de curiosear el recinto que atender a la banda, corrió a cargo de Bullet, desarrollando acordes al estilo Airbourne durante algo más de media horita. Los manchegos trashmetaleros Angelus Apatrida incidieron en mostrar lo mejor de su tercer disco de estudio y último trabajo, 'Clockwork', a unas diez mil personas que iban llenando la campa. Los americanos de Carolina del Norte Valient Thorr pusieron el stoner, hard y heavy más contundente, presentando los temas más recientes de 'Stranger'. El metal progresivo corría de la mano de los vasco-franceses Gojira con una potencia por encima de lo esperado y una arrasadora puesta en escena. Lo de Sôber, decepcionante, sin capacidad de penetración pese a las ganas de Carlos Escobedo; no deja de ser un "quiero y no puedo" y eso a pesar de la calidad ofrecida por los técnicos de sonido; lo mejor: 'La Nube' y 'Araña'; lo peor, un baterista arrítmico durante toda la actuación. Genial el Death Metal de los suecos Arch Enemy y mención especial para su vocalista, una tía, Ángela, "con un par" y con una voz potentísima envidia de muchos y clave del éxito de 'Khaos Legions'. Ya en la madrugada, y con el erial en el máximo de afluencia, llegaba el turno para la star del día, Slash (en la foto, cortesía de Last Tour International), con su inconfundible sombrero de copa y gafas de sol, los rizos y la inevitable sombra de los Guns N' Roses a sus espaldas, tanto que eran los temas de los Guns los que hacían vibrar al público (para muestra, 'Paradise city' o 'Civil War') en detrimento de las inadvertidas composiciones propias. Del mismo modo que los Bullet cumplieron su función de bienvenida, los The Darkness hacían lo propio con su glam metal mientras la peña se diluía, unos hacia el exterior y otros a continuar la fiesta en la campa entre enérgicos acordes y un Justin Hawkins entregado a no dejar marchar a nadie.


Sábado:


Podéis imaginar julio a las 15:30 horas y un sol abrasador, pues ni aún así: El heavy, acostumbrado a nadar entre las llamas del infierno, hacía nuevamente acto presencia en el sur de Madrid. Eso sí, manguerazos de agua y cerveza fría para aliviar este día grande del Heavy Metal donde se cumplieron las previsiones de llenazo. No sabemos si a cuenta de la organización o no (suponemos que sí ya que se esfumaron al backstage), pero por allí pudimos ver animando a la peña y dándose un baño de multitudes entre el público a Glass of Glory, unos clowns metaleros alemanes equipados de tambores, trombones, guitarras y clarinetes para versionar a su modo los clásicos del género y arrancar las sonrisas de los duros heavylones. Los suecos Hammerfall fueron los encargados de dar el pistoletazo de salida de forma contundente, speedmetal y powermetal a la palestra, y lo mejor de 'Infected' para hacernos notar las influencias de Helloween (como en 'Hearts on fire'). Mastodon supuso un viraje hacia el sludge, el stoner y el groove metal, aunque los de Atlanta no consiguieron conectar con un disperso público más pendiente de protegerse en las zonas de sombra y reservarse para Apocalyptica. Con los finlandeses llegó lo más excéntrico del festival, un conjunto a base de violonchelos dispuestos a impregnarnos con su metal sinfónico y sus magistrales versiones de Metallica entre las que destaca 'Nothing else matters'; Apocalyptica desde luego no dejan indiferentes, logran sentimientos contrapuestos, que unos orgasmen y otros aprovechen para tomar unas birras. Con Dream Theater el evento subía el nivel, excepcionales las interpretaciones de los americanos que enlazaban el metal sinfónico con el progresivo dejando impronta en temas como 'Under a glass moon', 'These Walls' y 'Forsaken'.


Y llegó el turno de los cabezas de cartel, los Iron Maiden a los que les dedicamos este aparte. Con más de 40.000 personas ansiosas por disfrutar de los británicos, con más mascarillas que nunca por la polvareda levantada. Como es tradición, cuando suena en los altavoces de la campa 'Doctor Doctor' de UFO, simultáneamente a la proyección de un clip introductorio al efecto, es el anuncio de que la bestia está en puertas. 'Satellite 15', 'The final frontier', 'El Dorado', '2 Minutes To Midnight' eran el lanzamiento de lujo de Eddie (icono de la banda) en Getafe. Tres generaciones de público (padres, hijos... y abuelos) coreaban al dedillo y al unísono a la garganta del correoso Bruce Dickinson. Temazos de siempre seleccionados de sus quince álbumes, los que el público demanda y los Maiden saben, 'Dance of death', 'Fear of the dark', 'The wicker man'... La escenografía a medida, con telones que corrían entre canción y canción para mostrar fondos estrellados y diferentes poses de Eddie entre un atrezzo que simulaba restos de naves espaciales, como es habitual, un Eddie gigante que paseó e incluso tocó entre los músicos. Inconmensurables en 'The trooper' (bandera británica hecha jirones en las manos de, un vestido con el rojo de la Union Jack para el tema, Bruce al viento). La "gran familia Maiden", como señaló Bruce, se lo estaba pasando de vicio mientras discurrían 'Coming Home', 'The Talisman', 'Blood brothers', 'The evil that men do'... Geniales unos Maiden que, como bien aclaró Bruce (nadie debe malinterpretar que 'The Final Frontier' signifique ninguna retirada), tiene todavía cuerda para rato. 'The number of the beast' y 'Running free' supusieron el apoteosis final a una banda que no decepcionó y que, todo lo contrario, superó expectativas. Un servidor echó en falta por lo mucho que le gusta 'Run to the hills'.


Lo de los neoyorquinos Twisted Sister tiene gran mérito. Eran los encargados de dar continuidad a los reyes del metal. Y consiguieron no solo enganchar y conseguir que no tuviera magnitud la desbandada que se preveía. Conectaron con 'The price' o 'Burn in hell' y de nota acabar de tocar 'We're not gonna take it' y conseguir que la peña la coreara, bajo la batuta del "cara de travelo" Dee Snider, "huevos con aceite". Para cuando llegó el turno de Uriah Heep el respetable comenzó a optar por el mutis por el foro y descansar del agotamiento de horas y horas de festival. Resultones los temas 'Easy livin' y 'Look at yourself' con un Bernie Shaw dándolo todo y es que, a pesar de la edad, pundonor le sobra. No obstante, la ausencia de Alice Cooper flotaba en el ambiente. El final de ceremonia fue cosa de los italianos Lacuna Coil con un metal muy gótico en el que destacó la voz de Cristina Scabbia y la batería de Cristiano Mozzati. Genial el tema 'Our truth'. Lástima que para cuando llegó su turno ya el aforo llegaba a mínimos.


El Sonisphere Festival Spain queda claro, maduro y consolidado. Larga vida al Heavy Metal.

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